Recordando…

Denise Bergeron, CND,
Graduada, 1944

Fotografías: Josée Sarrazin

 

Diploma Superior, 1944

¿Ha pasado usted recientemente por esta residencia imponente con líneas muy clásicas y un portón acogedor situado en la esquina de Sherbrooke y Atwater? La próxima vez que pase, tómese el tiempo de rendirle homenaje a este edificio centenario.

Tenía apenas quince años, poco después de haber llegado desde un lugar remoto del campo, cuando comencé mi primero de cuatro años como alumna de la École Normale Supérieure. Los largos corredores, el silencio, la discreción de las maestras, la gran cantidad de estudiantes, todo creaba un entorno imponente.

En un período corto de tiempo, el horario, las clases y la rutina diaria se combinaron armoniosamente. Las aulas grandes estaban esparcidas en dos pisos – el piso superior estaba reservado para los dos últimos años de estudio – la enorme sala de estudios con escritorios individuales asegurados al piso creaba un ambiente de aprendizaje serio. Después de un inesperado retiro de regreso a clases, el día estaba ocupado por un horario completo de clases. El tiempo libre estaba organizado completa y eficientemente, ya que todas las alumnas estábamos internas. Durante la semana, cada clase salía a caminar después del almuerzo. La larga fila de alumnas caminaba con calma de dos en dos alrededor del vecindario. Preferíamos la esquina noroeste de la calle Sherbrooke, la que llamábamos «pequeña villa inglesa».

 

Horario, Escuela Normal
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Corredor – calle Sherbrooke

 

Sala de estudios – calle Sherbrooke

La llegada del invierno significaba planificar el tiempo que pasábamos en la casa. Nuestras maestras organizaban el entretenimiento que incluía a las alumnas interpretando en el escenario uno de los grandes clásicos. Era prodigioso: un reto que le gustaba aceptar a la madre Sainte-Agnès. La preparación, organización y ejecución de dicho plan, además de la rutina regular diaria consumía todas las horas y las semanas sin que nadie se diera cuenta. Esta enorme casa tenía un murmullo ordenado similar a una laboriosa colmena. La gran mayoría de esta familia consistía de las alumnas quienes, un año, llegaron a ciento cuarenta y cuatro, además de las maestras y otras religiosas que cuidaban de nosotras.

Todavía puedo recordar algunas personas, esto me hace sonreír. Una nos daba la clase de Inglés en los cursos avanzados. Su cabello blanco la hacía venerable a nuestros ojos, al igual que su lenta movilidad – la presidenta de nuestra clase se reunía con ella al final del corredor para ayudarle con su bolsa de libros. Ella nos saludaba con un alegre «Buenos días señoritas».

La otra era nuestra maestra de Francés, también en la clase avanzada. Ella entraba a la clase con nuestros papeles que contenían los secretos de sus correcciones. Cuando, cansadas al haber finalizado por fin la última disertación y gruñíamos con la amenaza de una nueva tarea, ella respondía: «¡Encuentra tu camino perseverando en él!» Hoy en día, después de todos estos años y las numerosas ocasiones en que he tenido que comenzar de nuevo, todavía me refiero a ella con completa confianza.

 

Denise Bergeron

 

 
 

¿Qué hacen
las hermanas de
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