Misericordia,
una oportunidad
de vivir

 

Instrumentos de reconciliación

Día 4: miercoles, semana 1

Jesús, el rostro de la misericordia de Dios

A través de su ministerio Jesús mostró el rostro de la misericordia de Dios. Desde la cruz, a través de los tiempo resuena el clamor de Jesús, desde el fondo de su corazón, «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen». (Lucas 23:33)

Aquí radica la paradoja: con toda seguridad Jesús reconoció el poder del mal con cada dolor desgarrador en su cuerpo, el rechazo de él y de su mensaje. Aun así, en lugar de gritar contra aquellos que habían llevado a cabo su condena, la fortaleza para soportar la arremetida vino de su relación, de su comunión interior con Dios, a quien él llamaba «Abba». La persona de «Jesús» no es otra cosa más que amor, un amor dado de manera gratuita.

Entonces es esencial tener frente a nosotros la historia de la pasión, muerte y resurrección de Jesús. Al vivir los desafíos de la vida, nuestros momentos personales de muerte y resurrección, la resurrección de Jesús es un recordatorio constante de que la vida vence a la muerte, y que verdaderamente el bien triunfa sobre el mal y sobre la violencia de cualquier tipo perpetrado contra la humanidad y nuestro precioso planeta.

Reflexión

  • Cuando pierdo la confianza y creo que todo está perdido, ¿qué es lo que me permite permanecer parado y continuar mi jornada?
  • En esos momentos, ¿qué sostiene y alimenta mi esperanza?
  • En medio de los conflictos en que vivimos hoy en día, ¿percibo yo el amor misericordioso de Dios, la compasión en las acciones humanitarias de las personas?
 

Oración

Salmo 138

Señor, te doy gracias con todo mi corazón,
porque oíste las palabras de mi boca.

Te canto en presencia de tus ángeles,
y me postro ante tu santo Templo.
Te doy gracias por tu bondad y fidelidad,
pues exaltas al que guarda tu palabra.

El día en que clamé, me oíste,
y aumentaste en mí el valor.

El Señor completará lo que hizo por mí.
Señor, tu amor es eterno,
no abandones la obra de tus manos.

 

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